
La bomba nuclear y la desaparición de Majorana
Published on October 4, 2022
Una de las historias más fascinantes en el campo de la ciencia y la tecnología, además de una de las más inspiradoras por las cuestiones éticas que plantea, es sin duda la de la desaparición de Ettore Majorana.
Pablo A. Ruz Salmones – CEO, X eleva Group
Ettore Marjorana fue un físico teórico italiano que nació en Sicilia en 1906; miembro del grupo de Enrico Fermi en Roma alrededor de los años 30, y cuya desaparición en 1938 es tan misteriosa como importante.
Muchas hipótesis han intentado explicar la misteriosa desaparición de quien incluso las mentes más brillantes de su tiempo llamaron “genio”; Fermi lo clasificó en la misma categoría que a Newton y a Galileo. Algunas personas, como su confesor (Majorana era un católico devoto), afirman que se retiró después de ciertas “revelaciones”. Otros afirman que se suicidó (pero el retiro del dinero de su cuenta de banco una semana antes de su desaparición, además de su catolicismo, parecen ir en contra de esta hipótesis).
Pero una hipótesis resalta sobre otras; la que afirma que su desaparición fue porque logró prever, después de sus descubrimientos en física de partículas, la posibilidad de la existencia de las bombas atómicas… y simplemente no quiso ser parte de esa historia.

Esto es, algunos de sus biógrafos (no oficiales, por supuesto), afirman que Majorana, al ver la enorme destrucción que podría traer la existencia de estos artefactos, para cuya creación, de seguir con sus investigaciones, seguro contribuiría más de lo que lo había hecho hasta la fecha, decidió escapar.
Acerca de cómo escapó hay muchas historias más. Hay quienes afirman que subió a un barco y nunca llegó a su destino; hay quienes piensan que su boleto era simplemente una distracción para que pensaran que había abordado. En cualquier caso, Enrico Fermi le dijo a su esposa en alguna ocasión: “Ettore es demasiado inteligente; si ha decidido desaparecer, nadie lo encontrará nunca.” Así, la desaparición de Majorana sigue siendo uno de los misterios sin resolver más intrigantes de la historia.
A veces, las historias alrededor de una desaparición, más allá de cuál es la cierta, se convierten en una enseñanza de la historia para el futuro y para el resto del mundo. ¿Qué pensaría hoy Majorana de las amenazas nucleares de Putin?
La hipótesis “ética” de la desaparición de Majorana – es decir, que desapareció por miedo a que sus descubrimientos pudieran ser usados para la creación de la bomba nuclear – pone en el foco de atención dos cuestiones igual de relevantes hoy:
- ¿Cuál es el papel ético de los creadores de tecnología?
- ¿Cómo regular una tecnología que nos promete el mundo entero pero que muchas personas sienten como la espada de Damocles?

La posición de Majorana, de ser cierta, es admirable… pero tristemente, también inútil. La desaparición de uno de los más grandes genios, es rara vez algo de celebrarse; y nunca una ayuda para el mundo.
Por otro lado, cada uno de nosotros, desde su trinchera, puede ayudar a que el mundo que se avecina, sea un mundo mejor.
Por ejemplo, recientemente se llevó a cabo un evento en la Cámara de Diputados en el que yo participé junto con dos diputados federales y dos representantes de las empresas más grandes de India, para hablar de la gobernanza tecnológica en la era de la Inteligencia Artificial, de quienes muchos afirman que su avance es aún más desconcertante y potencialmente peligroso que las armas nucleares.
¿Qué va a pasar si la inteligencia artificial revoluciona por completo el mundo, creando nuevos empleos, pero también destruyendo muchos otros? ¿Qué va a pasar si aquellos que creamos tecnología no tomamos en cuenta su poder y nos dejamos llevar por las maravillas que se pueden hacer con ella?
Eventos como el anterior reafirman que, visiones y partidos políticos a un lado, es vital que los temas se debatan antes de que algo imprevisible suceda y, más importante, que tomemos medidas para lograr un avance de la tecnología que, antes que nada, favorezca su uso en pro de la humanidad.
Podemos tomar la hipótesis ética de la desaparición de Majorana como una muestra de que aquellos que creamos tecnología, somos responsables también de cuál será su uso. Pero quizá hoy, además de impulsar la tecnología, podemos alzar la voz en las redes sociales y otros lugares, para asegurarnos que la tecnología sea usada para bien, y que no sea necesario que los genios desaparezcan en una muestra de manifiesta desesperanza con el futuro.
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